Adam Parson: “Lo mejor del jazz es su habilidad de transformarse”

Adam Parson en una clase de la Convención Danza Jazz, en diciembre. Foto de cortesía

Adam Parson tuvo un inicio atípico en la danza. Originario de Kenia, tenía 26 años y trabajaba como ingeniero en Sistemas cuando vio a un grupo de alumnos tomar clase. Ese momento marcó su destino porque en adelante consagraría su vida a bailar.

Adam Parson, Edwel Cetina y Terry Edward.
Fotografía de cortesía
“Comencé a trabajar muy duro. Mi maestra me impulsaba, me decía que si quería hacer esto debía trabajar muy duro y ser realmente bueno, especialmente porque empecé muy tarde”, recuerda.

Ésa es la razón por la que puede afirmar que “es muy posible” sobresalir en este arte, “sin importar qué tan pequeño es el pueblo de donde vienes”, si se cuenta con “el apoyo, la motivación y el deseo”.

Parson estuvo por primera vez en Mérida en diciembre pasado para ser uno de los docentes de la Convención Danza Jazz (CDJ), a la que el maestro Edwel Cetina García convocó en su edición número once.

Aunque a su llegada mostraba signos de enfermedad respiratoria, se sentía satisfecho de la experiencia en la ciudad, como le dijo a “Yucatán baila”: “No había estado aquí; es hermoso. Ciudad de México me parece más como Nueva York, mientras que Mérida parece un lugar donde puedes ser tú. Veo la arquitectura y, ¡Dios mío!, todo ha sido maravilloso”.

Los alumnos con los que había tenido contacto también le habían causado una honda impresión. “Vi a unos bailarines increíbles y dije: ¡Oh, Dios mío! ¿De dónde vienen? ¡Nunca los había visto!”.

Fotografía de cortesía
La posibilidad de sobresalir como bailarín depende por tanto “de ti como ser humano y en cómo quieres vivir tu vida”.

“No todo va a resultar fácil, algunas veces tendrás que trabajar para tomar clases. Yo trabajaba de 10 de la noche a 6 de la mañana para pagar la renta y vivir. Pero haces lo que tienes que hacer. Hay muchos estudiantes que tienen el apoyo de sus padres, lo que es muy bueno, y viajan por ejemplo a Los Ángeles y pueden bailar sin trabajar. Pero siento que si debes trabajar para conseguir algo tiene más significado para ti”.

Como exponente de la danza jazz ha observado que este género es actualmente más respetado en Europa que en Estados Unidos, donde él vive. “La tendencia actual es el contemporáneo. Pero siempre le digo a los bailarines que las cosas vuelven… La gente se va a cansar del contemporáneo y va a decir: ‘¿Qué podemos hacer? Ah, vamos a cambiar’. Hay muchos congresos de jazz en el mundo que lo mantienen vivo”.

Adam con los maestros Karina Hernández, María Meneses, Mariano Villarello, Luciano Alonso y Dulce Chazaro
“Lo mejor del jazz es su habilidad de transformarse, porque ya tiene ballet, contemporáneo y moderno. Así que quien baila jazz se abre las puertas a muchas opciones diferentes. Los chicos no lo perciben ahora porque ven YouTube e Instagram, pero no están haciendo la tarea. Les digo: ‘A la persona que aparece en la pantalla la están haciendo más importante que a ustedes’. Es agradable tener a alguien a quien respetar y admirar, pero llegar hasta el punto de quedarse dos horas viéndolo no ayuda a tu carrera”.

A Parson la llegada de nuevos géneros no le preocupa, aunque aconseja no dejarse limitar por las modas. “Mi generación usó los jeans rotos y a mi mamá eso le enojaba mucho. Yo comprendí que era solo un estilo. Cada generación tiene sus propias tendencias. Le digo a los chicos que no hacen mal en seguir sus estilos, pero les pido que no sea la única cosa que hagan. No pueden trabajar en televisión, en teatro, en cine, en un crucero si no son capaces de realizar múltiples estilos”.

“Así que siéntanse inspirados por su generación, pero no permitan que les aparte de su vida como bailarines”.

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