Yucatán baila

Jorge Carlos Salazar durante su actuación en "En Yucatán los hombres ¡sí bailan!" con una coreografía de la maestra Francia Quintal, en mayo pasado en el Teatro Manzanero Aún no se considera bailarín, pero con regularidad sale al escenario a presentar coreografías de hip hop y danzas polinesias. Conoció los bailes tradicionales de Tahití porque “soy un metiche en todo” y fue contagiado por la entrega y dedicación de quien se los ha enseñado. Ahora, su pasión por la danza ocupa su día tanto como lo hacen su familia y trabajo: “Vale la pena, me gusta mucho”.

Delante, Valentina Bolaños Salvador, Afifa Sofía Koh Achach, Ana Regina Nava Forseck, Valentina Marrufo Dzib e Isabela Alcocer Todoberto, y, detrás, Ricardo Armani Ramírez Aguilar, Raquel Chávez Soberanis, Hannia Sofía Estrada Francisco, maestra Thamara Medina Achach, Hannah Valle Domínguez y María José Sánchez González, en Porte Arts & Dance Studio El participante en un concurso de danza que no consigue un premio podría sentir que sus esfuerzos han sido inservibles. Pero, como opinan alumnos y maestros que han acudido a competencias en la Península y Nuevo León, la asistencia a esos eventos tiene beneficios aun si no se regresa a casa con un trofeo o medalla.

"Baluarte" con Lisa Torres, Shaden Buendía, Rudith Martínez y Vanessa Pérez, en el Centro Cultural de Mérida Olimpo Lourdes Luna agita la mano en el aire pretendiendo alejar lo inevitable: que la emoción interfiera con su despedida al Grupo Especial Becado que durante dos años recibió formación en el Conservatorio de Danza de Yucatán.

Mayuko Nihei en una clase durante el Ballet Weekend Workshop, en el Centro Estatal de Bellas Artes. Foto de Patricio Pimienta Mayuko Nihei se lleva la mano a la boca cuando se le pregunta por lo vivido desde su ascenso, hace cuatro años, a primera bailarina en la Compañía Nacional de Danza. “¿Fue hace cuatro años?”, pregunta con asombro. “He estado muy ocupada bailando…”, dice y sonríe.

Gaby González en un salón del Tulsa Ballet. Foto Daniel Van de Laar En agosto de 2016, Gaby González le decía a “Yucatán baila” que “no importa cuánto tiempo se tarde, confío en que si sigo trabajando fuerte voy a llegar”. Se refería a los objetivos que se había trazado en el Tulsa Ballet, la compañía a la que pertenecía desde 2011 y que un mes después de esa conversación la ascendió a semisolista (Demi-Soloist).