Carmen María Hergos: "Creo que puedo abrir el mundo del tango a la contemporaneidad"

Carmen María Hergos. Foto de Teresa S. Torrents
“Desde los primeros pasitos malhechos que di me enamoré de la danza”. Así recuerda Carmen María Hergos el momento en que cayó cautiva de amor por el tango. Hasta entonces “no sabía qué era, ni sabía que la gente bailaba en milongas, ni que había un gran movimiento internacional, ni que Buenos Aires era una efervescencia de locos por el tango”.

Poco más de seis años después de esa experiencia, Carmen no solamente sabe todo lo anterior sino que también es maestra del baile, DJ de milongas y promotora de Tango Natural, una visión de la danza en que las tareas de llevar y seguir las puede cumplir cualquiera de los integrantes de la pareja. “Me parece muy natural que uno juegue con los roles, contagie su gusto por bailar y experimentar”, dice.

Esta manera de ver y bailar tango surgió mientras la yucateca, graduada de la Licenciatura en Lengua y Literatura en el Instituto de Estudios de la Comunicación de Yucatán (IECY), vivía en Barcelona, adonde viajó para cursar la Maestría en Edición de Libros. La flama que se había encendido en Mérida con la invitación de su amigo Juan Manuel Coral a aprender juntos el baile se avivó en la capital catalana, en la escuela El Desbande, a la que Carmen se acercó para tomar clases. “Me hice amiga inmediatamente de los dueños, unas personas maravillosas, Carlos (Baruque) y Olga (Valls), y empecé a bailar como loca”.

Foto de Teresa S. Torrents
“Fueron varios meses de borrachera de tango porque hay una milonga cada noche”, dice. “Fui milonguera hasta que me volví profesora y luego bailarina”.

Carmen se afirma feminista, pero su decisión de empezar a bailar de líder, en lugar de ser a quien llevan –el papel asignado tradicionalmente a las mujeres–, se basó en la practicidad. “Las milongas tenían códigos que muchos maestros enseñan y a mí me parecía que no estaban bien, como que el hombre es el que tiene la responsabilidad del baile y la mujer sólo tiene que dejarse llevar”.

“En las milongas esto da como consecuencia que la mujer tenga que esperar a que venga el hombre a invitarla a bailar. Ellos escogen. Entonces ves a un montón de principiantes, jóvenes entusiasmadísimas, muertas de ganas de bailar, arregladas a más no poder, que pasan toda la noche sentadas. Porque la gente que baila bien invita a otra que baila al mismo nivel”.

No era una situación que afectara directamente a Carmen, pues “yo tenía muchas invitaciones porque estaba muy feliz y eso se notaba, y también porque yo invitaba a bailar a algún chico si me daban ganas; no pregunté si era correcto o no según el código milonguero argentino de los años 30”. Pero sus amigas sí se quedaban sin pareja. Así que “pensé: ‘Bueno, yo puedo bailar con ellas’. Siempre bailé con mi hermana. En México vamos a una fiesta y, si no tenemos pareja porque los señores se quedan sentados tomando, ¿qué hacemos las mujeres?, pues bailamos entre nosotras. Yo no le vi ninguna transgresión, para mí era pura lógica”.

“Probé llevar observando a los hombres con los que bailaba y me pareció muy fácil, lo
Foto: cortesía
cual contradecía lo que siempre decían en las clases: que llevar era lo difícil y seguir era lo fácil. Así que me puse a hacerlo cada vez que iba una milonga. Al principio, cuando había poca gente en la pista, invitaba a un par de amigas a bailar y nos la pasábamos muy bien. Marcaba cosas muy sencillas porque no sabía. Luego me fueron invitando a clases como líder porque hacían falta hombres y así fui aprendiendo”.

 “Cada vez me gustaba más llevar. Cuando lo probé me encantó, porque veía que lo podía hacer incluso mejor que el otro. Cada vez que bailaba con alguna amiga me decía: ‘Carmen, bailas mejor que muchos hombres’. Muchas mujeres tienen más musicalidad al bailar, estamos acostumbradas a tener más conciencia corporal que los hombres”.

“No me importaba que fueran a poner en duda mi orientación sexual y este desenfado contagiaba a otras amigas. De pronto había más mujeres animándose a llevar”.

Foto: Maudéa
En El Desbande, después de un tiempo Carlos Baruque le pidió a Carmen ser su asistente en las clases y luego, profesora del grupo de principiantes. “Ahí empezó mi aprendizaje en serio. Era muy espontánea, muy intuitiva, y siendo profesora aprendí que había muchas partes más técnicas”.

“En clases empecé a usar el lenguaje de ‘quien sigue’ y ‘quien lleva’ en lugar de ‘hombre’ y ‘mujer’, para que desde el principio no pensaran que por naturaleza hay un rol asignado, sino que lo puedes escoger. Era muy interesante que bailarines varones me dijeran: ‘Llévame’. Y lo más gracioso es que dijeran: ‘¡Ay, qué bonito es!’”.

“Es muy bonito seguir, no pienso para nada que sea menos que llevar; requiere mucha técnica, no es fácil hacerlo bien, son años de práctica para que salga fluido y es un privilegio ser totalmente receptiva dejándote que te bailen, casi una usa a quien le lleva para que le haga volar”.

“Llevar es creativo, propositivo; siento que contribuyo a que la gente sea feliz”.

Aunque no todos los milongueros de su entorno se animaron a probar otros roles, Carmen no encontró oposición a su propuesta, lo que atribuye a que no se movía en los círculos tangueros más ortodoxos. Incluso, después de dar clases durante tres años en El Desbande se independizó y fue invitada a enseñar en el proyecto Tango Queer. “‘Queer’ significa raro y me parecía que eso aplicaba a las mujeres que quieren llevar, que somos raras porque no hay muchas; a los hombres que quieren seguir, al colectivo LGBT, a los hippies que nadie quiere mucho en las milongas tradicionales; a los principiantes, que, como no tienen suficiente experiencia, nadie los invita a bailar. Era un lugar para coger toda esta diversidad. Fue muy bonita la experiencia”.

La relación con los promotores de ese proyecto terminó antes de que Carmen regresara en septiembre pasado a su ciudad natal, donde sus primeros intentos de bailar tango consistieron en copiar pasos de vídeos en YouTube, donde llegó a tener experiencia escénica en la danza junto a Leonardo Araujo, durante un concierto de guitarra de Víctor Celis, y donde, hasta antes de irse a España, impartió el Taller de Creación Literaria en el Instituto Educativo Piaget.

En noviembre comenzó a dar clases en Estudio Vidance (en Chuburná), donde este martes
10 se retoma el curso. En ese lugar se realiza una práctica semanal abierta a todo público los viernes a las 10 p.m. Carmen también promueve una milonga mensual, la Chan Milonga, en días variables, que pueden ser consultados en el perfil de Facebook: Bailando Tango en Mérida. La sede de esta reunión es el número 266 de la calle 15 entre 38 y 40 de la García Ginerés y la hora, las 9:30 p.m.

En Mérida escribe además cuentos para niños, poemas y artículos sobre tango en el blog “Tango Natural” y continúa con su taller en línea de escritura íntima.

“Creo que puedo abrir el mundo del tango a la contemporaneidad, el que busca equidad en las relaciones, un baile más respetuoso, menos abuso de poder”, indica. “Estoy más cerca de la experiencia de no saber. Me acuerdo perfectamente lo que es empezar a bailar, eso me permite comunicar más la experiencia de cómo escuchar, cómo conectar con la música”.


Carmen {Héroes Anónimos, by Otoxo Productions} from BCN MES on Vimeo.

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