América Díaz: “Es importante ponerle la ‘piel chinita’ al público”

América Díaz en foto de Iván Castro
Un anhelo permanentemente presente. El temor al camino para conseguirlo. La solidaridad de familiares y amigos. La elección de una entre varias oportunidades. “No me arrepiento de la decisión que tomé, ya que si no me aventaba a hacer todo lo que hice para ver si realmente lo mío era seguir bailando no estuviese aquí ahorita disfrutando de tanto”.

En "La hija del faraón", Foto de Marco Rojano
Así resume la yucateca América Díaz Méndez ese tiempo que antecedió al momento de  convertirse, en agosto de 2015, en bailarina de la Compañía de Danza Clásica de Quintana Roo, con la que ha actuado en obras como “Don Quijote”, “Raymonda”, “El lago de los cisnes” y “Cascanueces”, y coreografías como “La muñeca encantada” y el “Huapango” de Gloria Contreras.

Porque antes de que dejara Mérida para instalarse en Chetumal –después de haber concluido su formación de Técnica en Danza Clásica en el Centro Estatal de Bellas Artes y ser maestra en la misma institución– América tuvo que “pasar por muchos sentimientos, pensamientos y escuchar consejos de gente que me impulsaba para que yo diera ese paso”. Ese paso era integrarse a una compañía de danza profesional, un deseo que tuvo “desde siempre”, pero “no me había armado de valor” para darlo.

Durante sus años en el CEBA, donde fue alumna de Analila Jiménez y Asunción Sánchez,
Foto de Juan Carlos Santiago (Dangers)
“dos excelentes maestras que me dejaron una enorme huella”, participó en varios concursos y eventos, como el Youth American Grand Prix, el Festival de Danza Córdoba y el encuentro “Joven talento mexicano”. Después de graduarse recibió de Rubí Montejo Cantillo, coordinadora de Danza Clásica de Bellas Artes, la invitación a dar clases en la escuela, “que fue y seguirá siendo mi hogar”.

Ya cursaba la carrera de Ingeniería en Gestión Empresarial en el Instituto Tecnológico de Mérida cuando se cuestionó seriamente sus metas personales y de esa reflexión surgió la decisión de “emprender la aventura de la búsqueda de una compañía”. Sabía lo que era audicionar para una agrupación profesional, pues tiempo atrás había pasado por la de la Compañía Nacional de Danza, en Ciudad de México. “No fui aceptada y, aunque en el momento sentí una sacudida, no me hizo irme para abajo; al contrario, me di cuenta que realmente eso era lo que quería y tenía que trabajar muchísimo para estar en alguna compañía”.

Foto de Eleazar Puc
Amigos bailarines le sugirieron ponerse en contacto con una agrupación de Ecuador y con la de Quintana Roo, que “estaba sonando” entre la comunidad dancística de Ciudad de México. También acudió a una audición del Taller Coreográfico de la UNAM, a la que se fue “con muchas ganas de dar lo mejor de mí”. En las tres agrupaciones la respuesta fue positiva y lo que finalmente determinó su elección de la quintanarroense fue la imposibilidad de atender la premura con que le pedían viajar a Ecuador y la falta de contrataciones en ese momento en el TCUNAM, en el que, sin embargo, le habían ofrecido “bailar con ellos mientras tanto, opción que me emocionó mucho”.

Cuando recibió la llamada telefónica en la que representantes de la Compañía de Danza Clásica de Quintana Roo le invitaban a unirse a la agrupación “no lo pensé dos veces y dije ¡sí!”. Pero con la agitación del momento “había olvidado el pequeño detalle de platicarlo con mis papás”, cuenta América riendo. “Fue algo raro llegar y decir: ‘Mamá, papá, me voy a vivir a Chetumal’. Ésas no son las palabras que esperan los papás a la hora de la comida de un día cualquiera”.

“Tal vez les costó un poco comprender mi decisión, porque ya casi iba a terminar mi
América en el cartel de promoción
de "El Cascanueces" de la Compañía
de Danza Clásica de Quintana Roo
carrera; no les cabía en la cabeza cómo iba a dejar todo”, admite. “Platicaron conmigo respecto a lo que iba a pasar con mis estudios y al verme tan decidida y feliz me apoyaron incondicionalmente. Tanto mis papás como mi hermana han sido la base de todos mis logros y un gran pilar en mi vida”.

En Chetumal, América y sus compañeros toman clases y ensayan de lunes a sábado de 9 de la mañana a 3 de la tarde, en la Escuela Estatal de Danza. Al menos una vez al mes ofrecen funciones, que en la capital quintanarroense tienen lugar en el Teatro Constituyentes del 74. También se han presentado en escenarios de Playa del Carmen, Cancún, Puerto Morelos, Cozumel, Isla Mujeres, Campeche, Mérida y Uruapan.

Debido a las actuales dimensiones de la compañía, “todos hacemos de todo”, así que a América, de 25 años, se le han asignado diferentes papeles, incluso de una misma obra: desde Kitri en “Don Quijote”, Odile en “El lago de los cisnes” y el Hada de Azúcar de “El Cascanueces” hasta cuerpo de baile y solista en variaciones de “Raymonda”, uno de los cuatro cisnes en “El lago…” y solista del “Vals de las flores” del clásico navideño. “También hemos tenido temporadas de contemporáneo y neoclásicas”.

Foto de cortesía
“Esta compañía es pequeña, pero tiene buen nivel. Los maestros que han estado y están en ella y la dirección han hecho y hacen un excelente papel y dan un buen nivel a la compañía”.

En Mérida, como bailarina principal del Ballet de Cámara del Centro Estatal de Bellas Artes intervino en varias presentaciones en diferentes escenarios, entre ellas “La hija del faraón”, en la que interpretó el papel titular de Aspicia. “En Yucatán hay mucho talento, de unos años a la fecha ha habido academias con buen nivel que están muy interesadas en que sus alumnos destaquen en otros lugares, ya que de esa manera motivan a los chicos a seguir trabajando en sí mismos. Antes no era así, mucha gente con talento llegaba a su último nivel de danza y por falta de motivación, información, etcétera, dejaba a un lado ser bailarín profesional. En Mérida hay mucho público conocedor y exigente, pero creo que hacen falta herramientas para promoverlo más (el ballet) y la gente esté más acostumbrada a acudir a este tipo de eventos”.


En la Compañía de Danza Clásica de Quintana Roo desea “dejar lo mejor de mí, bailar
Foto de cortesía
mucho, aumentar mis logros y seguir aprendiendo”. Y “me gustaría seguir transmitiendo al público la emoción que siento por bailar, es importante ponerle la ‘piel chinita’ al público”. Porque la danza “es lo que más me llena el corazón y el alma, uno debe luchar por lo que quiere y hacer lo que le apasiona, tener miedo es parte del proceso, pero si lo superas te encontrarás disfrutando lo mejor de la vida”.


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