Alsurdanza crecerá como árbol

En preparación de "Wood", de Fernando
Domínguez, en el Instituto Mexicano de
Artes. Foto: Milton Acereto Solís

El próximo año, cuando cumpla 30 de haberse creado, a Alsurdanza le saldrán raíces, ramas y hojas. Y el responsable de esa transformación será Fernando Domínguez, quien hará que la naturaleza invada a la Compañía de Danza Contemporánea del Estado en su función de aniversario.

El coreógrafo potosino ya trabaja con la agrupación yucateca en el montaje de “Wood” (madera, en inglés), que explora la convivencia entre construcciones humanas y entorno natural y cómo ambas se influyen. Para que haya “unificación en el pensamiento” a los bailarines les ha compartido imágenes de casas antiguas, bodegas, “espacios que alguna vez tuvieron función y de pronto son abandonados” y en los cuales “la naturaleza empieza a crecer dentro, el árbol empieza a buscar la forma, la raíz empieza a empujar el suelo”. Un fenómeno que evoca “cómo el ser humano se abandona o su vida ya no tiene objetivo, pierde el interés y cómo esta naturaleza empieza a transformarle, a enraizar, a despegar del suelo”.

También plantea una “conversación entre la conciencia humana y la naturaleza, cómo tenemos que actuar: amoldarnos a crecer, buscar nuestras ramas y raíces en los obstáculos que nos pueda presentar la vida”. 

Fernando Domínguez en el taller de Deep Traction, en
julio en el Instituto Mexicano de Artes

Fernando comenzó a preparar la coreografía con la compañía que actualmente dirige Milton Acereto Solís en marzo pasado, cuando viajó a Mérida para ofrecer a sus bailarines –y, por convocatoria de la asociación EquilibrArte, al público en general– un curso de ballet contemporáneo y un taller de creación de videodanza, uno de los ámbitos en los que su propuesta creativa ha puesto énfasis. En esa ocasión quedaron listos 12 minutos de “Wood”.

En julio regresó a la ciudad para impartir (de nuevo a Alsurdanza y a la sociedad en general) un taller de la técnica Deep Traction, que él creó, y continuar la coreografía. Se propone regresar a finales de año para concluir al menos la mitad de la obra, que completa duraría 60 minutos y se terminaría a principios de 2017. “Pretendo crearla para que sea vista en modo de rodeo (de 360 grados), que la gente no tenga un frente definido. Me gustaría estrenarla en una bodega donde pudiéramos tener un foro en el centro y la gente pudiera sentarse alrededor”. 
La preparación de "Wood". Foto: Milton Acereto Solís

Por ahora usa música ya existente que “me da la idea de la imagen que quiero lograr, pero tenemos intención de hacer una composición original para llegar al punto de expresión que queremos”. Esta tarea se la propondría al holandés Eric Magnée, con quien ha colaborado anteriormente.

Fernando desarrolla su actividad profesional como bailarín, coreógrafo y maestro en Alemania (fue invitado a crear el próximo año una coreografía para egresados de la Escuela de Danza Contemporánea de Hamburgo, que dirige Javier Báez), Holanda (donde en 2011 se graduó de la universidad de artes Codarts y un año antes fundó su compañía, FDR Dance) y México. En nuestro país, donde el año pasado realizó sus primeras producciones oficiales, comenzó su formación artística, aunque Fernando reconoce en la corriente europea y las técnicas Graham, Laban y Horton las influencias de su Deep Traction. Esta técnica, en la que se trabaja musculatura, postura y alargamiento del cuerpo, busca “ocasionar un centro fuerte para tener unas extremidades ligeras y moverlas de una manera tridimensional”.

De “Wood” todavía hay aspectos por definir, como el número final de ejecutantes -quedaría entre cinco y siete–, pero Alsurdanza y él deseaban empezar la coreografía con suficiente anticipación para promoverla, interesar en ella a gestores de otros estados y “que realmente tenga efecto”, porque “puede ser una buena o mala obra, pero si no tiene publicidad o la gente no logra ver cómo ha ido creciendo o cómo ha sido la cooperación será difícil coleccionar a un grupo de personas para verla”.

Foto: Milton Acereto Solís
Considera que en México la respuesta del público a los programas de danza contemporánea va mucho en función de la manera en que se difunden. “Mucha de la danza contemporánea siempre ha estado atrás o la gente no logra definir qué es porque las temáticas han sido un poco difíciles de entender o la traducción al lenguaje común de la gente no está muy estudiada”. Pero ahora hay más compañías que “se promueven mediante vídeos, gifs animados, pequeños documentales o temáticas un poco más inclusivas, no se quedan en esta burbuja artística”.

“Sí es difícil llenar un teatro con danza contemporánea, pero (el reto) es más la gestión de cómo llegar al público y llevarlo a ver una función. No es ni siquiera (un asunto de) convencer, es simplemente venderla como un atractivo más”.

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