Óscar Cambranes: “Hay que cambiar esa visión de que lo local tiene que ser gratis o que no sirve”

"Madre Tierra", espectáculo de Óscar Cambranes.
Fotografía en cortesía

Han pasado muchos años desde que Óscar Cambranes, siendo un niño, mantenía en secreto su afición a la danza y creaba coreografías de jazz en su cuarto. Tiempo ha que, universitario, incursionaba en proyectos de teatro musical. Y ya transcurrió una década —en abril pasado se cumplieron 11 años— de que presentó en Mérida su primera producción musical: “Fiamma, una historia de amor”, en la que combinaba teatro, danza, circo y multimedia. 

Pero hay algo en el ahora director general de la empresa Vivo Entertainment que el tiempo no ha cambiado: la inquietud de crear. 


“Desde muy chiquito empecé a tener mucho rollo creativo en tonterías como cumpleaños. Llegué a hacer hasta una multimedia muy chistosa para el aniversario de mis papás”, cuenta.

Su formación dancística comenzó de adolescente –“en un tiempo había mucho prejuicio de que el hombre bailara” – con clases de jazz en el Centro Municipal de Danza “y de ahí fui brincando hasta llegar a la que fue mi casa durante mucho tiempo, Jazzísimo, con Acacia Buenfil”. Pero Óscar, quien también reconoce a Nicté Ha Herrero como una de “mis grandes maestras”, admite que fue a raíz de que se involucró en el montaje de musicales en la Universidad Anáhuac Mayab, cuando estudiaba Diseño Gráfico, que empezó su entrenamiento fuerte en ballet, jazz y tap, éste con Donna Kalish, quien había llegado a Mérida a estudiar español.

Durante un tiempo se preparó en Ciudad de México, en el estudio de Ema Pulido y el Centro de Capacitación Artística Pedregal (Cecaap), donde tuvo como maestros a Lola Cortés, Rafael Perrín y Memo Téllez, entre otros. A su regreso a Mérida se sumó a Acacia y Nicté Ha como coreógrafo del Carnaval y “poco a poco me fui dirigiendo a volver una empresa el trabajo que antes hacía como freelance”.

“Me doy cuenta que hay un nicho de mercado: gente que está buscando producciones diferentes, integrales, porque ahora el cliente en lugar de lidiar con 10 personas sólo tiene que trabajar conmigo y yo me encargo de dirigir la logística del espectáculo”.

Vivo Entertainment ha sido responsable, entre otras propuestas, del show artístico con que los Leones de Yucatán inauguraron su temporada 2015 en el Parque Kukulcán y de las “Leyendas del Mayab” que la Secretaría de Fomento Turístico estatal presentó el año pasado a hoteleros, en Chichén Itzá.


Escenas de "Leyendas del Mayab". Foto en cortesía

Pero Óscar, quien tiene como fuentes principales de inspiración al Cirque du Soleil, Broadway y Disney, también ha desarrollado proyectos propios en diferentes espacios de la ciudad. “Fiamma, una historia de amor” lo presentó en el Teatro Colón (ahora Foro Cine Colón), en cuyo escenario reunió a exponentes de variadas disciplinas, desde cantantes de ópera hasta un gimnasta. “Fue una experiencia bien padre. El problema es que Mérida todavía no estaba lista para un proyecto como ése” y esto se reflejó en la taquilla.

Después de una nueva temporada —en 2008— en Ciudad de México, donde produjo “Mis queridas huéspedes”, historia de Agustín Simental dirigida por el yucateco Juan Antonio Llanes, volvió a Mérida y en 2009 presentó en el hotel Holiday Inn “Una Navidad de miedo”, la primera obra que escribía y producía de manera independiente. 

En 2012 presentó “Clasificación C”, espectáculo erótico con un elenco integrado por Salomé Sansores (Chepita Kakatúa) y Marpi Jiménez (Britany Yajaira), entre otros. “Me encantan esos desafíos. Soy muy aventado, si creo en un proyecto lo hago”. 

“El mensaje era muy lindo; a pesar de que tenía que ver con los tabúes y las creencias eróticas de las personas era un mensaje de amor: aceptar al otro con sus virtudes y fantasías”. La buena respuesta lo motivó a remontarla el año pasado. Es “el espectáculo que más me gusta de los que he hecho, por enfrentarnos al qué dirán”.

En 2013 incursionó en el teatro infantil con “S.O.S. Chepita Kakatúa y el planeta verde”, un espectáculo de cámara negra con 25 puppets y vestuario (hipiles incluidos) fluorescente, y en diciembre de ese año convirtió “Un cuento de Navidad”, de Charles Dickens, en “La extraña Navidad de Chepita Kakatúa”.


Escenas de "Madre Tierra". Fotografía en cortesía

“El libro mágico”, de 2014, fue una producción de circo contemporáneo que llevaba a los niños a descubrir que a través de la lectura podían viajar a otros mundos. Kenny Calderón (Chayak) participó con su personaje de Jorge Carlos. En la Navidad de ese año, Marpi Jiménez protagonizó como Britany Yajaira “La princesa de hielo”, la historia de una aristócrata yucateca “muy avara, sin sentimientos, que maltrata a su sirvienta y al final le dan una buena lección el príncipe y su papá”, recuerda Óscar.

Chepita es la actriz principal de su más reciente obra, “Madre Tierra”, que estrenó el año pasado con tema ambientalista.


“De repente no hay espacios adecuados para presentar los espectáculos y entonces nos adaptamos a lugares que no son los idóneos. Falta un foro que la gente sienta cómodo, que pueda llegar, que le sea fácil comprar un boleto”, considera.


"Leyendas del Mayab". Fotografía en cortesía

Además de los desafíos creativos (“Todo lo que hago es original: los libretos, las letras de las canciones...”), en sus proyectos Óscar ha tenido que hacer frente a las características del público local. “Mérida es muy complicada, tristemente somos malinchistas: ‘Si no es de fuera no pago, no voy’. Ahora que estudié la Maestría en Gestión Cultural uno de los temas que más abordamos fue cómo hacer que las producciones locales sean vistas con los mismos ojos que las producciones de fuera. Definitivamente lo que es de fuera no garantiza que sea mejor y está comprobado que no es una cuestión de dinero, porque la gente pagó 3,000 pesos para ir a ver al Cirque du Soleil y paga 600 pesos por ir a ver ‘Mentiras’, pero no paga 50 pesos por ver una producción de compañías locales. Tienen que trabajar tanto los creadores como las dependencias de cultura para cambiar esa visión de que lo local tiene que ser gratis o que no sirve”.

“El gran problema del teatro musical es que costoso producirlo. Es difícil encontrar los elencos adecuados: que bailen, canten, actúen. Es difícil encontrar la tecnología en los teatros, porque si tienes un elenco de 20 personas tendrías que tener 20 micrófonos de diadema, los cuales no existen en los teatros y difícilmente se encuentran a través de un proveedor”.


Óscar Cambranes

“Me da mucho trabajo encontrar gente con experiencia en el escenario. Por la dinámica de lo que produzco necesito gente que con tres semanas de ensayos saque la producción o las coreografías. Los chicos no están interesados en aprender más de una o dos técnicas o estilos. Me llega gente con muy poca experiencia y muy mala técnica”, confiesa.

“Y falta cultura de la audición. Pido una foto y me mandan de ellos acostados en la hamaca, que no muestran sus mejores atributos. Me mandan currículums con sus calificaciones del kínder… La gente no sabe preparar una material profesional de presentación”.

De 37 años, este iniciador junto con Janette Pasos del Congreso Internacional de Danza Jazz “Sureste Dance Project” revela que sigue adelante con el proyecto de su vida: adaptar “El libro de la selva” al teatro.

“Puedo decir que vivo de esto y vivo bien. Siempre he planteado Vivo Entertainment como una empresa, nunca he dependido de becas ni de programas de gobierno ni he aplicado a convocatorias de festivales. Ha funcionado desde el día uno como empresa, así que tiene que generar recursos para pagar la nómina, al contador, las vacaciones, los cursos. He aprendido a cobrar, a hacerle entender al cliente el valor de mi trabajo. Sí me costó, como todos durante mucho tiempo ofrecí mi trabajo más barato; pero hoy por hoy ya no”.





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