Liliana Aranda García: “Con el ballet fue como amor a primera vista”

 

Liliana Aranda Gacía (al centro) en el "Vals de las flores" de "El Cascanueces"
con el Ballet de Jalisco. Fotografía: Ballet de Jalisco

 

Cuando en marzo de 2019 recibió el correo electrónico que le informaba que había sido aceptada como aprendiz en el Ballet de Jalisco, Liliana Aranda García supo que estaba rindiendo frutos el trabajo realizado durante años para hacer de la danza su profesión.

Liliana sostiene la medalla de bronce
del Concurso de Ballet Infantil y
Juvenil. La acompaña su mamá,
Liliana García Payán. Foto: cortesía
Porque de niña, como alumna del Centro Estatal de Bellas Artes (CEBA), “para mí el ballet no era solamente ir a clases, ver a mis amigas, sino que de verdad terminando la escuela quería dedicarme a bailar”.

Y porque años después, como estudiante de Psicología, una charla con su tutora le reafirmó su intención de consagrarse a ser ejecutante.

La pandemia del Covid-19 mantiene en pausa la actividad escénica del Ballet de Jalisco, pero antes de que surgiera la crisis sanitaria Liliana tuvo la oportunidad de subir al escenario como integrante de la compañía —dirigida por el maestro Dariusz Blájer— en las temporadas de “Don Quijote”, “El lago de los cisnes” y “El Cascanueces”.

“Como aprendices (en la actualidad son cuatro mujeres) debemos ser parte del cuerpo de baile”, explica a Yucatán baila.

Aun si no se les considera para una producción, “tenemos que aprenderlo (el papel) por si alguna bailarina se lesiona o por causa de fuerza mayor no puede participar”.

“Sin embargo, sí hay la posibilidad de que ensayes otro rol porque los maestros consideran que puedes hacerlo y te dan la oportunidad. De ahí deciden si vas a tener función o no”.

En "El lago de los cisnes" con el Ballet de Jalisco. Fotografía: Ballet de Jalisco


“Hay bailarines que generalmente hacen los roles principales, pero si el maestro necesita que ocupen otro lugar, no el del protagonista de la obra, se los puede pedir; así como quien hace cuerpo de baile, si sobresale, puede hacer un papel solista”.

Su primera participación con la compañía fue en dos de tres presentaciones de “Don Quijote”. En la temporada 2019 de “El Cascanueces” “me tocó hacer las 10 funciones con el cuerpo de baile de copos de nieve y el ‘Vals de las flores’”.

Hasta antes de la pandemia, la compañía acostumbraba realizar 8 presentaciones de “El lago de los cisnes” durante dos semanas de octubre en el Parque Metropolitano de Guadalajara. En la temporada de 2019 la bailarina yucateca fue uno de los cisnes del cuerpo de baile y repitió en 2020, cuando la temporada se redujo a una semana.

En clase con la compañía.
Fotografía de cortesía
En estos días se encuentra en Mérida, adonde viajó cuando el creciente número de contagios motivó un nuevo período de restricciones a la movilidad en Jalisco, tal como sucedió en los primeros meses de la emergencia sanitaria. Sin embargo, los bailarines han encontrado en los dispositivos electrónicos una vía para seguir preparándose y estar en contacto con el público. Así, no solamente los integrantes de la compañía reciben clases de manera virtual, sino que también comparten su día a día a través de las redes sociales como parte del proyecto Ballet de Jalisco Digital.

Por internet se han transmitido vídeos de las diferentes producciones y otros grabados en el confinamiento, como interpretaciones en casa de fragmentos de “Don Quijote” y “El lago de los cisnes”, en los cuales participó Liliana.

“Ha sido para todos en la compañía muy frustrante empezar tan lentamente esta recuperación de las vacaciones, porque no es lo mismo (tomar clase) en tu casa que en el salón”, confiesa.

Cuando audicionó en 2019 para la compañía jalisciense Liliana se desempeñaba como maestra de danza clásica en el Centro Regional de Bellas Artes en Izamal y se entrenaba y actuaba con el Ballet de Cámara del CEBA. Esta última institución artística fue también la que la formó desde los 7 años, edad en la que la bailarina ingresó después de recibir clases los dos años anteriores en la Academia Eduanú.

“Con el ballet fue como amor a primera vista, siempre esperaba ansiosa la hora de mi clase”, confiesa.

En la variación de Swanilda de "Coppelia", en la clausura
del festival "Mérida joven baila y baila bien", el 28 de
junio de 2016 en el Centro Cultural de Mérida Olimpo

A partir de su segundo año en el CEBA participó en diferentes concursos, el primero de ellos el Nacional de Ballet Infantil y Juvenil, en 2007. Le siguieron intervenciones en certámenes como el CIAD y el de Talentos de Danza Clásica “Socorro Cerón”.

De su paso por Bellas Artes destaca la huella que en ella dejaron las maestras Analila Jiménez, Asunción Sánchez y Rubí Montejo. “La maestra Analila trabajaba mucho el análisis de nuestras cualidades y debilidades”, indica. “Ella me decía: ‘Tienes que trabajar extra para lograr los objetivos que te quieres establecer’. Porque para mí el ballet no era solamente ir a clases, ver a mis amigas, sino que de verdad terminando la escuela quería dedicarme a bailar. Entonces comencé a tomar doble clase: entraba con el grupo A y repetía con el B, y me quedaba media hora después para hacer ejercicios de fortalecimiento”.

“La maestra Asunción me ayudó a pulir lo que ya había logrado”. Los resultados quedaron en evidencia cuando en la decimosegunda edición del Concurso Nacional de Ballet Infantil y Juvenil, en 2015, Liliana conquistó la medalla de bronce en la categoría E (16 y 17 años). “No sabía que el siguiente año la categoría F (18 a 20 años) no se iba a abrir; fue una manera muy bonita de cerrar mi participación en concursos porque fue el último”.

A su vez, la maestra Rubí Montejo “siempre estuvo detrás de mí para echarme porras, diciéndome: ‘Tú puedes, no tengas miedo’”.

“Íbamos a clases muestra o cursos y yo siempre me ponía atrás, porque me daba miedo verme menos en comparación con las otras participantes. Ella me decía: ‘No, tienes que ponerte adelante’. Sin el apoyo y las fuerzas de la maestra Rubí no hubiera podido hacer muchas de las cosas que logré”.

Con su hermana Ana y las maestras
Ramona de Saá y Rubí Montejo.
Fotografía de cortesía

Se graduó del CEBA a los 17 años, edad en la que audicionó por primera vez para ingresar a la Compañía Nacional de Danza. “Es muy difícil”, admite, “pero pasar las varias etapas de la audición me hacía pensar que a lo mejor tendría el nivel adecuado para estar en una compañía”, que si no era la CND bien podría tratarse del Ballet de Jalisco o del Ballet de Monterrey.

Al finalizar la preparatoria comenzó en la Universidad Autónoma de Yucatán la Licenciatura en Psicología, que decidió suspender cuando, como resultado de una charla con su tutora de la carrera, reflexionó que lo que deseaba en realidad era dedicarse a bailar y recibió una invitación a tomar una clase con la Compañía de Danza Clásica de Yucatán, que enseguida le ofreció formar parte de su elenco.

Con la agrupación dependiente de la Secretaría de la Cultura y las Artes actuó hasta octubre de 2018, cuando el conjunto se desintegró. “Tenía el plan de salir del Estado, pero planeaba entrenarme primero bien hasta la temporada (de audiciones)”, apunta Liliana, quien encontró en el Ballet de Cámara del CEBA la oportunidad de seguir preparándose y actuando.

A principios de 2019 descubrió en redes sociales la convocatoria del Ballet de Jalisco a sumarse a sus filas y “me dije: ‘Es el momento, es para lo que me preparé’; viajé a Guadalajara a hacer la audición, pasé hasta la última etapa y dos semanas después llegó el correo electrónico de que había sido aceptada como aprendiz”.

En clase con el Ballet de Jalisco. Foto de cortesía

La siguiente meta en la compañía es obtener el contrato. “Sentía que a esas alturas a lo mejor había una posibilidad (de ascender)… Estábamos preparando ‘La Bella Durmiente’ y vino la pandemia”.

La contingencia sanitaria le obligó a fijar nuevos plazos en sus objetivos, pues “el director evalúa a los bailarines cuando pisan el escenario” y será cuando eso ocurra que definirá sus siguientes pasos en la compañía.

Sin embargo, sí sabe qué hará cuando finalice su etapa de bailarina: se dedicará a la docencia y por esa razón ya está cursando la Licenciatura en Educación Artística. “Empecé a dar clases a los 18 años, conforme pasaron varios grupos y varias escuelas descubrí que mi segunda pasión es enseñar”.

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