Beatriz Martínez: “El ballet termina en el pelo, en la uña, en la pestaña”

La maestra Beatriz Martínez con alumnas de nivel avanzado de Milne Academia de Danzas

Lo llama “el último suspiro”. Y es lo que, en palabras de la maestra Beatriz Martínez, “hace los detalles del buen bailarín profesional”.

La maestra Beatriz recibe un reconocimiento de la maestra
Milne Barrera Mañé, directora de Milne Academia de Danzas
“Hay miles de bailarines buenos, pero ese último detalle es el que hace la diferencia. El ballet termina en el pelo, en la uña, en la pestaña”, señala la profesora cubana, cuyo trabajo durante 10 años en Yucatán dejó una huella de la que dan testimonio las expresiones de afecto y respeto que hacia ella dirigen docentes y ejecutantes del Estado.

En esa década su labor formativa alcanzó a integrantes de la desaparecida Compañía de Danza Clásica de Yucatán y a alumnos de diferentes escuelas, entre ellas la Superior de Artes de Yucatán (ESAY) y Milne Academia de Danzas.

Es a la directora de esta última, la maestra Milne Barrera Mañé, a quien se debe la reciente visita que la profesora Beatriz, en la actualidad residente en Ohio, hizo a Mérida: la invitó a impartir un Curso de Invierno a estudiantes regulares y de alto rendimiento de la academia.

Las sesiones tuvieron lugar del 27 al 31 de diciembre. Participaron 10 alumnos de nivel inicial, 18 de intermedio y 10 de avanzado.

En un momento del Curso de Invierno
Durante su permanencia, la maestra Beatriz asistió asimismo a ensayos del repertorio que estudiantes de Milne Academia de Danzas presentaron en el Miami International Ballet Competition y el Playa del Carmen Ballet and Contemporary Dance Competition, ambos efectuados en los primeros días de este mes.

No sería la última ocasión que la profesora cubana regrese a la ciudad para ofrecer un curso, ya que, como señala la maestra Milne, “ha dicho que tiene muchas ganas de seguir viniendo” y “ha notado mucho el crecimiento de las alumnas”.  

Esto lo refrenda la profesora invitada, que habitualmente exhorta a sus estudiantes a gozar el trabajo que realizan. “Yo no puedo ver una buena técnica si no disfrutan. (Les digo:) Ustedes tienen que disfrutar, yo sé que esto es muy sacrificado, es muy duro el trabajo del bailarín, pero no lo pueden ver como una tortura. ¡Disfruten, disfruten! Si ustedes lo disfrutan, el público lo va a disfrutar; lo que ustedes sientan lo van a transmitir, igual la inseguridad”.

En Mérida encontró “mucho talento” que “hay que explotar, mucho talento al que el gobierno debe apoyar sobre todo con becas y hacer una función al año recopilando lo mejor de cada academia para mostrarlo no solo aquí, sino a México completo y al mundo entero”.

En la entrega de diplomas de participación
“A mí me gusta mucho el trabajo con los niños chiquitos para formar la base. Mi maestro Fernando Alonso (creador de la metodología de la escuela cubana de ballet) me decía que los mejores maestros no deben estar en la universidad, porque en la universidad los maestros dicen: ‘Libros de texto, tomen nota’. Con los niños chiquitos hay que tener mucha paciencia. Me decía: cuando enseñas muy bien la caligrafía, en ese niño deja una huella, su letra va a estar perfecta; si le enseñas muy bien a sumar y a restar va a poder multiplicar y dividir”.

“‘Beatricita’, decía Fernando Alonso, ‘es excelente maestra de la base, cuando ella le da a primero, segundo, tercero (ciclos) el maestro de los años superiores ya se va solo’, porque (los alumnos) ya tienen una base formada. Si hacen un buen passé, pueden hacer un buen pirouette; si hacen muy buen pirouette, pueden hacer doble; si hacen muy buen doble pirouette, pueden hacer fouetté, y así se va complicando…”.

Con Paulina Herrera Barrera
El camino para convertirse en bailarín lo equipara con una mesa de tres piernas. “Primero está el alumno, si a él no le gusta (el ballet) el papá no lo puede obligar. El alumno tiene que tener, además de las condiciones físicas, vocación. Esta carrera es muy sacrificada. Necesita de mucho trabajo, mucha disciplina, resistencia, puntualidad, rendimiento, estudio constante, porque no se puede conformar, todos los días tiene que ser un poquito mejor”.

“Después, tiene que haber un buen maestro, porque, si no, no se puede explotar (el talento).  Y se tiene que tener el apoyo de los padres llevándolo a las actividades, a las funciones. Si una de las patitas de la mesa se cae, se cae el alumno”.

La maestra Beatriz dejó hace tres años el Estado “para unirme con mis hijos”, Randol y Rainer Díaz Martínez, ambos bailarines. En Ohio, Rainer es ballet master del Ballet de Cleveland, compañía a la cual la profesora también da clases.

No está entre sus planes regresar a Mérida de manera definitiva, pero sí visitarla para ofrecer más cursos. “Yo encantada”, indica, “porque dejé a mis niñas chiquitas y ahora veo cómo han avanzado”.


Las alumnas con las maestras Beatriz Martínez y Gabriela, Milne y Karla Barrera Mañé

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