Jóvenes se forman en danza contemporánea de la mano de Créssida
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Ana Laura Palma, Cristina Espadas, Ediel Rodríguez, Jhovana Díaz y Rudith Martínez, del Grupo Especial Becado. La fotografía es de cortesía |
A Kenyth Jaramillo Bernal le trazaron de niño una ruta de vida hacia el fútbol. Incluso llegó a jugarlo en España. Pero el arte escénico tenía sus propios planes para él. El joven colombiano –del Departamento del Quindío– descubrió la danza cuando la cursó como parte de la currícula de su escuela y ahí se supo enamorado de ella.
A Cristina Espadas Sauri el interés en recibir formación en
danza contemporánea le llegó después de graduarse como ejecutante de ballet y
tap. Buscaba “crecer en otros aspectos de la danza” y encontró un estilo en el
que se puede “aportar muchísimo a lo que estás haciendo”.
Cristina y Kenyth son dos de los 16 integrantes de la
primera generación del Grupo Especial Becado, un proyecto formativo de Créssida,
la compañía que dirige Lourdes Luna, que pudo concretarse con el apoyo económico
a dos años que el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) le otorgó en
2015 en el marco del programa “México en escena”.
El proyecto visualiza a jóvenes mayores de 17 años de
edad y con al menos dos de preparación dancística recibiendo “una formación de
calidad que les permita acceder a una licenciatura en danza, algún programa en
el extranjero e inclusive audicionar para alguna compañía”, explica
Lourdes.
Los chicos han recibido, entre otras, clases
de danza con énfasis en contemporánea, acondicionamiento físico y Pilates, y un taller de improvisación, además de que han realizado producciones coreográficas.
Éstas las presentaron en la función de clausura del ciclo, el 29
de junio pasado en el Conservatorio de Danza de Yucatán.
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Verónica Latapí,Fernando Camacho, Wendy Chan May, Vanessa Pérez y Kenyth Jaramillo. La foto es de cortesía |
“Meraki” y “Ad litteram” fueron las propuestas de los dos equipos en que se dividió el grupo. Sus integrantes no solamente debieron crear las coreografías, sino también elegir la música y diseñar el vestuario. “Aunque el programa no incluye materias de composición coreográfica, haberlos aventado al ruedo fue a propósito, con la intención de que lo hicieran a través de la intuición, de una idea natural de construcción. Fue como un primer test para ver cómo concebían la creación y estuvo bastante bien”, indica Lourdes.
“Meraki” es una idea
original de Ediel Rodríguez con vestuario de Alessandra Vallado y la selección
musical de Verónica Latapí. La coreografía e interpretación estuvieron a cargo
de los propios Verónica, Alessandra y Ediel, y de Ana Laura Palma, Wendy Chan
May, Lisa Torres Luna, Kenyth Jaramillo y Jhovana Díaz.
La idea, el vestuario y la selección musical de “Ad litteram”
fueron resultado del consenso del grupo, en cuya creación coreográfica e interpretación
participaron Valentina Orduña, Fernando Camacho, Vanessa Pérez, Rudith
Martínez, Badía Achach, Dayra Carrillo, Shaden García y Cristina Espadas.
Para Lourdes Luna todavía es muy temprano para hablar de
resultados, pero sí puede decir que ya se consiguió “introducir en la
mentalidad de los alumnos este deseo de investigar sobre la danza
contemporánea: qué es, hacia dónde va, cuáles son sus principios, cuáles son
sus conceptos estéticos; porque de pronto hay ideas equivocadas, en el sentido
de que confunden el jazz contemporáneo con la danza contemporánea”.
“Las líneas entre las técnicas, los estilos, la forma de
entrenamiento son muy delgadas y hay gente que no las logra visualizar. Hay un
poco una falta de respeto a la actividad profesional en la enseñanza, porque de
pronto un maestro (piensa que) ya puede dar de todo y eso no es cierto. Hay una
responsabilidad bien fuerte, estamos formando gente a la que le vamos a
construir una idea del movimiento que va a tener toda la vida”.
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Lourdes Luna. Foto de cortesía |
Alhlen Guillermo, Manuel Estrella, Diana Bayardo, Natalia
Castaneira, Daniela Sánchez y Lourdes Luna fueron en este primer año los
maestros del Grupo Especial. Algunos de los bailarines tomaron los talleres
externos del Festival “Yucatán escénica”, que también promueve Créssida,
compañía con la que los chicos se vincularon estrechamente, porque “estar en
contacto constante con la actividad profesional les abre mucho el panorama”,
afirma la directora.
Cumplir con los dos años de formación es uno de los
requisitos establecidos en el reglamento del proyecto, como también lo son las asistencias (deben tomar dos clases por día, de lunes a viernes) y la participación en actividades. Todos los jóvenes reciben apoyo económico, ya
sea del 50, 70 o 100 por ciento.
Cuando ellos comiencen su último ciclo de
preparación en septiembre, una nueva generación dará inicio a sus actividades,
resultado de una segunda convocatoria que se cerró el miércoles 6 pasado. Al
igual que con aquel grupo, para la selección de éste se evaluará el desempeño
en una audición, una clase, un montaje y en ejercicios de improvisación.
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Lisa Torres Luna y Valentina Orduña. La fotografía es de cortesía |
Lourdes admite que entre los 40 solicitantes del año pasado se observó
que su entrenamiento en general era deficiente, “la complexión en su conjunto
no estaba construida como para decir que eran bailarines o gente que estudiaba
danza de manera seria”, y también que la visión sobre la danza contemporánea “sigue
estando corta”.
“La danza contemporánea integra muchos elementos que tienen
que ver con la exploración, la improvisación, poner el cuerpo en otros riesgos,
agotar las posibilidades de movimiento. Y eso sentimos que está un poco débil. Entiendo
que esto se debe básicamente a que la danza contemporánea en Yucatán en
términos formativos hasta hace algunos años sólo tenía al Centro Estatal de
Bellas Artes y sus programas de estudios son muy débiles, manejan técnicas un
poco obsoletas para la contemporaneidad del movimiento y del arte escénico”.
Los avances logrados por los alumnos del Grupo Especial
Becado llamaron la atención de Kenyth Jaramillo cuando conoció el proyecto, al
que se sumó cuatro meses después de que se iniciara. “Me mostraron este grupo y vi que tenían una
buena formación, que a pesar de que llevaban poco tiempo los chicos estaban muy
bien preparados”, recuerda.
Con apenas cinco meses de vivir en Mérida y una
preparación en danza clásica, contemporánea y folclor colombiano y de otros
países, Kenyth confiesa que le gustaría especializarse en contemporáneo e,
incluso, audicionar para Créssida. La danza “no es algo que todo
el mundo puede hacer, es más de sentir que de moverse, no todos tienen esa
capacidad de expresar sentimientos”.
A Cristina el encuentro con la danza contemporánea le hizo
descubrir “muchas cosas, como que para todo hay una razón, puedes investigar y
crear, abarcar temas de la sociedad actual, y dar de ti, tú puedes aportar
muchísimo a lo que estás haciendo, no es simplemente imitar una imagen que te
están dando”.
Con 18 años de edad, está lista para comenzar la carrera de Ingeniería
Industrial, pero aclara: “No pienso dejarlo y si en algún momento se llega a
cruzar Ingeniería Industrial con la danza creo que en primer lugar siempre va a
estar la danza”.
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