Tania Lavín, una vida “entre dos tierras”
Tania Lavín en "Entre dos tierras", el 1 de septiembre en el teatro "Felipe Carrillo Puerto" de la Uady |
Noche de
viernes. Centro histórico de Mérida. El teatro de la Universidad es receptáculo
del corazón de Tania Lavín. La gran pantalla que proyecta sus sentimientos.
Estamos “Entre
dos tierras (Entre deux terres)”, reflexión sobre la interculturalidad y la transmisión
de las raíces, algo que la bailarina, originaria de Yucatán y actualmente residente
en Francia, conoce de primera mano.
Tania y su hijo Santiago, en "Entre dos tierras" |
Danza a
cuatro cuerpos (además de Tania, su hijo mayor, Santiago Bayan; Ligia Aguilar y
Valentina Guzmán), nos propone momentos -algunos con música, otros con sonidos de
la naturaleza (la brisa, por ejemplo) y otros más sin ninguno de ellos- en que
acciones cotidianas, como tender la ropa, se transforman en composiciones coreográficas;
en que imágenes abstractas nos conectan con ideas concretas, y en los que se da
uso artístico a elementos tradicionales: una hamaca que se vuelve instrumento
de danza aérea.
“La
interpretación de cada uno es muy válida y lo que a mí me importa es que la
gente
sienta algo”, dice Tania sobre la obra que estrenó en Francia en junio y
presentó en Mérida el primer día de septiembre, en el teatro “Felipe Carrillo
Puerto” de la Uady.
Pero hay un
sentido de la coreografía que para Tania es importante percibir: el de
maternidad. “El papel de las bailarinas y mío es como el de madre”, indica. “Yo
tengo la idea de que la mujer es el pilar de la familia y, al menos en México,
la familia es muy importante. Viviendo en el extranjero veo que la familia es
muy importante para mí”.
“Entre dos
tierras”, que nació de estar ella y Santiago “jugando y bailando juntos en casa”,
no está pensada para llegar en primer lugar a “gente que conoce de danza o es
muy crítica, sino para la que no está acostumbrada a ver danza, que es más de
teatro o simplemente no va, justo para que encuentre algo que le hable de la
vida y le llame la atención”.
En Francia –Tania
vive a una hora de Lyon– la estrenó como trabajo de su compañía Projet en Mouvement,
que creó en 2013 y que al año siguiente presentó su primera obra, “En busca del
sueño perdido”, que realizó en colaboración con una escuela de danza.
“Desde
siempre he querido hacer mis propios proyectos. Ya teniendo a mis hijos (también
es mamá de Maelia, de seis años, y Leo, de cuatro) y después de haber hecho mi
maestría (en Arte del Espectáculo con especialidad en Teatro, en Lyon) me
pareció que necesitaba expresarme más y que sólo como bailarina no era algo que
pudiera hacer”, recuerda.
La compañía “se
fue dando poco a poco, porque aquí es un proceso bastante largo”,
admite Tania,
quien para Projet en Mouvement ha creado asimismo “La charroy”, un espectáculo
in situ.
Tania y Ligia Aguilar |
Colabora
además con otras compañías, como Passaros, para la que hizo una investigación sobre
danza y discapacidad, y Lézards Dorés, con la que ha participado en “Bailando
con el árbol”, obra de danza aérea en un árbol, y “Yo y mi otro yo”.
Para
noviembre tiene prevista una nueva función de “Entre deux terres” en Francia y
espera regresar a México con una adaptación de la obra, en la que ya no
participaría Santiago y que se presentaría en ciudades del Bajío.
Aproximadamente
cada dos años viaja a Mérida, aunque “quisiera poder ir más seguido”. En esta
ciudad comenzó su formación artística, a los cuatro años de edad, en Milne
Academia de Danza y desde entonces “me encantó y fui pidiendo más y más”.
Era todavía adolescente
cuando recibió la invitación de Víctor Salas a unirse a la Compañía Provincial
de Ballet y “en ese momento me di cuenta que era lo que quería”. “Hicimos
muchos clásicos, en los ‘Cascanueces’ y ‘Lagos’ teníamos el Peón Contreras casi
lleno. Tener ese público, saber que la gente esperaba la obra… ahí decidí que
quería ser profesional de la danza”.
Con esa
convicción cursó la Licenciatura en Danza en la Universidad de las Américas Puebla,
en la que conoció las técnicas de Laban y Bartenieff, que, a diferencia de la
Graham predominante en Mérida, “me permitía sentirlo natural para mi cuerpo”.
“Tomar
clases de coreografía, pedagogía, psicología, nutrición, análisis del
movimiento y de obras artísticas te permite ver la danza de manera diferente;
te permite analizar, reflexionar, no solamente seguir un patrón que aprendiste,
sino cuestionarte si es lo que quieres hacer y qué movimiento conviene a cada
quien en función de su vida, su cuerpo”. Para su
tesis desarrolló no uno, sino tres proyectos: de investigación, interpretación
y coreografía. “Eso me hizo darme cuenta que me gusta la parte global de la
danza”.
En sus años
de universidad se unió a la compañía de Sunny Savoy, entonces coordinadora
de
la carrera de Danza en la institución poblana, con la que hizo giras por
México, Estados Unidos, Inglaterra y Portugal. Uno de sus maestros fue el
coreógrafo John Mead, quien la invitó a presentar en Nueva York un solo creado
para ella. “En ese momento empezó a avanzar mi carrera más hacia la danza
contemporánea y me decidí por ella”.
Antes de
establecerse definitivamente en Francia en 2009, Tania vivió en Ciudad de
México y actuó con la compañía En Dos Partes, de Gerardo Delgado; se entrenó en
arte circense, en especial telas; continuó su preparación en Londres y París;
actuó en Mérida en proyectos de Tumáka’t, que dirige Vania Durán, y Érika
Torres, y fue durante tres años (de 2006 a 2009) profesora en la Escuela Superior de Artes de Yucatán.
“No puedo
decir que lo tuve fácil”, considera Tania. “Quizá en la licenciatura se me
dieron muchas cosas, pues estaba al cien por ciento dedicada a eso y aproveché
las oportunidades. Me parece que la dificultad más importante para cualquier
bailarín y coreógrafo, no sólo en México sino también en el extranjero, es el
aspecto económico. Como artista, cuando quieres escoger tus proyectos no
siempre el que te interesa es el mejor pagado, de hecho es muy raro que sea
así, porque lo comercial es lo que vende. Entonces, la mayor dificultad es escoger
irte con una compañía que vende más o una que va con tu modo de vida y tu
filosofía”.
En el futuro
de Tania está “seguir creando y bailando, integrando a mi familia en los
proyectos”. No descarta volver a presentarse en casa, pero no sabe aún cuándo va
a ocurrir. “Trato de no hacer muchos planes a largo plazo porque la vida cambia
mucho. Ponemos los medios para que se haga, pero, si no, no importa, seguimos
con otros proyectos”.
Ligia Aguilar, Valentina Guzmán, Santiago Bayan y Tania |
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