Itzel Solórzano: El dancehall “me hace ser quien soy”
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Itzel Solórzano en fotografía de Fadua Molina |
La bandera de Jamaica que adorna el perfil de Itzel
Solórzano en WhatsApp no deja dudas del afecto de la bailarina por el dancehall,
una cultura musical originada en la isla caribeña y que a ella le hace sentir
cómoda con quien es.
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Fotografía de Katia Ek |
“Nunca he tenido el físico de una bailarina de ballet, a
pesar de poder dominarlo; cuando conocí el dancehall y me di cuenta de la
manera en que manejaban el cuerpo me encantó, me levantó la autoestima; me hace
ser quien soy cuando estoy bailando”, dice.
Itzel se ha ganado un nombre como exponente de dancehall (y
de uno sus “steps”, el twerk) y danzas urbanas, dos de los géneros que nutren un
currículum de cursos regulares y especiales en Mérida, Campeche, Ciudad de
México y Nueva York, entre otras ciudades; certámenes, presentaciones, “batallas”
y proyectos artísticos y de formación continua. Un dilatado historial para una
ejecutante que apenas tiene 20 años. “Estoy en una etapa en la que me cuestiono
por qué me ha pasado todo esto a esta edad, siento que tomo muchas
responsabilidades que una persona de mi edad no se tomaría; hasta la fecha no
sé si es normal que me haya pasado tanto”.
Y eso que la decisión de tomar clases de danza, cuando tenía
tres años, fue de su mamá,
porque “ella sabía que el ballet me iba a dar
disciplina y no quería que su hija se quedara viendo la tele toda la tarde”,
recuerda Itzel con humor.
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Haciendo el símbolo de The Move Project |
Al primer acercamiento al ballet en la Academia “Socorro
Cerón” seguirían etapas de preparación en diferentes instituciones, el
descubrimiento de más géneros dancísticos y el trabajo bajo la guía de maestros
que le dejaron huella, desde su primera profesora de jazz, a los cinco años,
que “me dio musicalidad, control del cuerpo”; Tobías Ojeda, quien “fue mi
descubridor, el primero que me vio talento”; Aída Luz Gómez Escalante, quien le
dio clases los tres años que formó parte de la Selección de Danza de la
Preparatoria Dos (“una maestra crucial en mi vida”), y Laura Manzanilla y
Patricia Molina (“me encantaban sus clases, su visión es firme con el ballet”)
hasta la regiomontana Dulce Cházaro, quien “me cambió el estereotipo de la
danza jazz, me dio una visión actualizada”, y el cancunense J. Amid Javs, quien le
“dejó el chip” del dancehall y la motivó a investigar más sobre esta cultura,
que terminó por atraparla.
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Fotografía de Katia Ek |
Los ocho años que fue alumna de Danzart merecen mención
aparte, pues fue ahí “donde me crecieron, me formaron, me dieron una disciplina
impresionante, una fuerza mental increíble”, explica Itzel. “La maestra Abril
(Ferráez, directora) ha sido de las mejores maestras que he tenido”.
Como estudiante de ballet y jazz en Danzart se presentó en
diferentes escenarios y compitió en el CIAD y los Intercolegiales de Baile, en
cuya edición 2008 su grupo ocupó el segundo lugar en la final nacional. También ahí recibió entrenamiento en danza clásica de alto rendimiento con la maestra Elsy
Cervera, por el que tres veces a la semana ensayaba de 3 de la tarde a 12 de la
noche. Los otros dos días las jornadas se extendían de 6:30 p.m. a medianoche y
los sábados tenía asimismo clases por la mañana y, cuando había una
presentación, ensayos por la tarde. “Mis papás entraron muchas veces en duda si
era correcto para mí, pero vieron que nunca dejé otras actividades por eso,
porque igual era muy exigente en mis calificaciones”.
Cambios experimentados con la entrada al bachillerato le
hicieron pensar en alejarse de
la danza, pero la invitación de Aída Luz Gómez a
asistir a una semana de entrenamiento en diferentes estilos la llevaron a desistir
de esa idea, pues en esa actividad “abrí mis ojitos, conocí el medio y lo que
estaba pasando”.
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Fotografía de Fabiola Vázquez |
Con varios cursos de danza urbana a cuestas, y aún en la
preparatoria, Itzel se registró en 2013 en un programa de entrenamiento en
diversos géneros en Campeche, en el que habría audiciones para otorgar dos
becas de estudio a Nueva York. Una de ellas fue para Itzel. “En la secundaria
le decía a mis amigas: ‘Algún día voy a salir del país y voy a bailar en una
clase famosa’. Y me decían: ‘¿Por qué sueñas así? Eso no pasa’. ¡Y pasó!”.
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Con sus papás Ligia Beatriz Gamboa Espinosa y Julio César Solórzano Pérez |
El apoyo lo hizo válido en el verano del año siguiente en el
Broadway Dance Center, al que regresó por su cuenta en 2015 para seguir capacitándose.
“Conocí a muchos ídolos que tenía y había visto en vídeo. Te da una mente más
abierta, te inspira”. Se encontró con chicas que aparecían en el programa
“Dance Moms”, que “para nosotros son gente famosa, para ellos son uno más;
verlos de esa manera me hizo entender que tenía que dejar de idolatrar para
tener el concepto de que soy igual que ellos y puedo trabajar para hacer lo que
ellos hacen”.
Al egresar en 2014 de la Prepa Dos (ganó con su grupo el
primer lugar de los campeonatos de danza durante tres años consecutivos y fue
distinguida con el Mérito Universitario de la Uady en la categoría de desempeño
artístico y cultural) solicitó informes en la Escuela Superior de Artes de
Yucatán (ESAY) para inscribirse en la Licenciatura en Docencia de la Danza
Clásica, pero no fue sino en septiembre pasado que finalmente pudo hacerlo,
debido a que durante dos años no se abrieron grupos de la carrera. Ese tiempo
lo aprovechó dando clases en TDO Danza, Coppelia y Estudio Vidance, donde
presentó el proyecto “Itz Twerk”, de clases del “step”, en las que, además de
enseñar el paso y coreografías, hablaba de sus antecedentes históricos.
Porque aunque Miley Cyrus y Nicki Minaj han puesto de moda al
twerk, este paso existe
desde hace tiempo en la cultura dancehall, que tiene características
bien definidas. “Si se piensa que nació con una celebridad y nada más es mover
las nalgas, que es el concepto que la mayoría tiene, se me hace algo muy vacío,
una falta de respeto; se merece que se sepa de dónde vino y por qué”.
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Fotografía de Katia Ek |
Itzel admite que cuando en Mérida empezó a bailarse el twerk
éste era mal visto, pero al correrse la voz más personas se interesaron en él.
Ella lo aconseja para mayores de 15 años y para practicar en clase o en un
espectáculo, no en reuniones sociales o el antro. “Hay gente que todavía no lo
acepta y hay que respetarla”, opina.
Actualmente, parte de sus energías las enfoca en The Move
Project (TMP), un proyecto que inició en 2015 con Lenny Castillo para,
simplemente, “juntarnos a bailar”. Poco a poco fueron aumentando los
integrantes, hasta llegar a los 24 de ahora. El año pasado este “crew”
participó en la competencia de danza urbana World of Dance, que se celebró en
marzo en Ciudad de México. “Estuvo increíble la experiencia. Tuvimos apoyo de
muchas academias, nos prestaron espacios para ensayar, la gente hizo mucho por
nosotros. Fueron 50 grupos los que concursaron y quedamos en el lugar 27”.
“Los maestros que venían a darnos clases los tuvimos como
compañeros en World of Dance. Ahí fue cuando más nos cayó el veinte de que sí
podemos llegar donde ellos están”.
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Fotografía de Katia Ek |
Uno de sus maestros le dijo una vez a Itzel que quienes
hacen danza en Mérida deberían lograr que el nivel artístico de la ciudad llamara
la atención y atrajera a la gente a capacitarse aquí. “Es una meta que me
planteé en ese momento. Tienes que creer en el talento que hay aquí, pero si tú
mismo te haces menos no va a funcionar. Y en TMP tenemos esa mentalidad”.
Mientras continúa como maestra de ballet, jazz y “a veces
twerk y reggaetón” en Vidance, TDO y Yerbabuena Studio (en Umán), Itzel
promueve también los proyectos Do Da Wop con Roque Escalante, que organiza clases
maestras, y Baila Consciente con Mairim Garrido. “Me gustaría lograr que la
gente quiera venir (a formarse en Mérida) y eso va a pasar preocupándonos por nuestra
gente, haciendo cosas para mejorar el nivel del Estado. En TMP sentimos que
estamos inspirando a que la gente haga lo que sueña, que busque la manera de
hacerlo realidad. Es real que los artistas tienen otra visión del mundo y de lo
que se puede llegar a hacer con él”.
Que buena nota de la bailarina Itzel Solorzano! Sin duda una dancer muy disciplinada y talentosa.
ResponderEliminar¡Gracias por leer el artículo, Jorge! Así es, Itzel es un ejemplo de disciplina.
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