Susana Sánchez Romero baila de Mérida a El Cairo
Susana Sánchez Romero en la variación del Grand Pas Classique que presentó en Bari. Foto de Clarissa Lapolla |
Tomar la decisión
de dedicarse a la danza no ha sido algo tan sencillo para Susana Sánchez
Romero, quien en diferentes momentos de sus 20 años de edad ha considerado la
posibilidad de hacer un alto en su vida de bailarina.
Susana en Milne Academia de Danzas |
Pero, como
ella misma relata con humor, “la vida me ha hablado con respecto a esto”. Lo
hizo en marzo pasado, cuando en la Competencia Internacional de Ballet y Danza
Contemporánea “Domenico Modugno”, en Bari, Italia, le ofrecieron un contrato de
un año para actuar con el ballet de la Casa de la Ópera de El Cairo.
Y aceptó.
En julio
próximo viajará a Egipto para establecerse en su capital y en agosto comenzará su
relación laboral con la institución artística, cuyo complejo consta de siete
teatros, una biblioteca, una galería de arte y un museo.
Antes de ser
seleccionada para viajar a la competencia en Italia, Susana había decidido
enfocarse en sus estudios de Diseño y Producción de Moda en la Universidad
Anáhuac Mayab. Sus planes cambiaron con el curso que en octubre de 2017 ofreció
el maestro Valentín Bartes en Milne Academia de Danzas, escuela a la que Susana
ingresó hace tres años. El profesor la incluyó entre los alumnos a los que
invitó a asistir al concurso en Bari, en el que la joven, originaria de
Progreso, fue considerada uno de los 15 mejores participantes en la categoría
Senior Classical (David Álvarez Acevedo, otro estudiante de la academia yucateca,
se ubicó también en este grupo).
En la variación de Kitri del tercer acto de "Don Quijote", en Bari. La fotografía es de Clarissa Lapolla |
Ir al
certamen en Bari era una oportunidad que no podía ignorar, según admite. No la ignoró tampoco cuando fue elegida para competir en las
finales del Youth America Grand Prix (YAGP) en 2010 y 2012 en Nueva York ni cuando En Pro del Talento Veracruzano (ProVer), en Córdoba, la admitió primero a los 12 años y después a los 19 para que recibiera preparación durante unos meses.
Con la maestra Gabriela Barrera Mañé y Nubia González Rivero |
En su segundo
período de formación en Veracruz le surgieron dudas sobre su futuro. “Al
principio era mi intención quedarme ahí, pero tuve una crisis de ‘quiero ser
bailarina, no quiero ser bailarina, quiero estudiar la carrera, no quiero
estudiar la carrera…’”, dice riendo.
“Estuve
siete meses en alto rendimiento, iba de 9 de la mañana a 2 de la tarde y luego
de 4 hasta las 9 o 10, dependiendo de si había ensayo o no. Me entró cierta
melancolía de la escuela, de mis amigos”.
De regreso
en Mérida, Susana (quien antes fue alumna de los maestros Finita Blanco, Érika
Argüelles y Víctor Salas) pensó en enfocarse en su carrera como diseñadora,
aunque no dejó de asistir a clases de danza. “Es para mí un momento de desestrés,
de desajenarse del mundo, porque si no te concentras no te sale el ejercicio”.
Entonces
llegó el curso del maestro Bartes y la invitación a viajar a Bari. Preparó la
variación de Kitri del tercer acto de “Don Quijote” y la del Grand Pas
Classique. Este último “siempre lo había querido hacer; dije: ‘Éste es el
momento, ahorita o nada…’”, recuerda con una sonrisa.
Fotografía de Clarissa Lapolla |
Además del
contrato en la Casa de la Ópera de El Cairo, a Susana le ofrecieron un período
como aprendiz en el Ballet de Jalisco, que rechazó para aceptar la propuesta
laboral en Egipto. “Entiendo que la cultura es diferente, voy a conocer otro
idioma, otras costumbres. Al final dije: ‘Bueno, ¿por qué no?’”.
Para la
maestra Milne Barrera Mañé, directora de la academia, éste sería el punto de
partida para que Susana desarrollara su carrera en una compañía profesional, ya
sea ascendiendo en la agrupación cairota o aprovechando la cercanía con Europa
para audicionar en alguna de sus agrupaciones.
“Cuando
llegó con nosotros nos propusimos como escuela buscarle una oportunidad,
ponerla a bailar, bailar y bailar… ver hacia dónde perfilarla para que pudiera
lograr aquello para lo que nació”.
Fotografía de Clarissa Lapolla |
En Milne Academia
de Danzas sentían que Susana y otros alumnos seleccionados para competir en
Bari en las categorías de más edad “ya estaban preparados para ingresar a una
compañía; no estábamos buscando una beca para una escuela en la que pudieran
continuar su formación, sino que lo que les falta por aprender ya es sobre el
escenario”.
Participante
en dos ocasiones en el Concurso Nacional de Ballet Infantil y Juvenil y en el
Attitude de 2015 (obtuvo el tercer lugar en la categoría preprofesional),
Susana indica que sería la primera mujer mexicana en formar parte del ballet de
la Casa de la Ópera, cuyo repertorio es sobre todo clásico.
Un contrato
laboral para desarrollar su arte es algo que anhela todo bailarín, dice Susana.
Y esto “es algo que he hecho tanto tiempo que hay que aceptar que todo el sacrificio,
todo el esfuerzo, todo el sudor derramado va hacia allá”.
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