Adrián Arceo: “Si vas a hacer las cosas es para sobresalir”
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Adrián Arceo en la presentación de Viva Danza en el festival del Día de la Danza que la asociación EquilibrArte realizó el 29 de abril pasado en el teatro “Carlos Acereto” |
De la sala de
su casa hizo Adrián Arceo Díaz su salón de baile. “Ahí me veías girando, me la
pasaba practicando, saltando. Ahí pasé mis madrugadas aprendiendo todo”.
Ese todo son
las danzas urbanas que desde “siempre me habían llamado la atención” y en las
que fue abrevando para crear un estilo propio. “Nunca me ha gustado lo típico”,
admite. “Siempre he pensado que si vas a hacer las cosas es para sobresalir”.
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Fotografía de Fabiola Vázquez |
“Mi estilo
es fusión. Puedo hacer varias cosas, pero al momento de coreografiar no me
gusta basarme sólo en una. La música se presta para tantas cosas que
simplemente me van llegando los pasos que ya sé o me nacen”.
Adrián es fundador
del grupo urbano Viva Danza, el mismo nombre que eligió para la academia que
abrió en septiembre pasado en el centro de Mérida y que materializa una idea que
al bailarín le tomó concretar 11 de sus 26 años de vida. Fue cuando cursaba el
tercero de secundaria que decidió que éste sería el objetivo por el que
trabajaría. “Desde hace mucho sé lo que quiero y desde hace mucho sé que lo iba
a tener”, dice con una firmeza que se mantiene constante durante toda la
conversación.
Y eso que al
inicio debió superar la inseguridad personal y la negativa familiar de estudiar
danza. Bailar “me llamaba mucho la atención desde muy chiquito”, pero “no me animaba, creo que era
más un concepto de autoestima”, que venció cuando se hizo un poco mayor. A los
16 años ingresó a clases de jazz en el Centro Municipal de Danza, donde durante
seis meses fue alumno de la maestra María Nelly Ruiz Torres, y posteriormente se
inscribió en Ariadne Dance Fuzsion, de la maestra Ariadne Motilla.
Dirigiendo una clase de twerk. Foto de Milton Acereto |
Ante la
falta de apoyo en casa en ese momento, “para pagarme mis primeras clases
guardaba mi gastada de la prepa y no desayunaba ni comía, con eso pagaba mis
mensualidades”.
Por esa
época tuvo su primera experiencia en el hip hop como integrante del grupo Lil Beat,
al que el maestro Pipe López le invitó a unirse. “De por sí me llamaba la
atención el estilo urbano. A partir de eso dije: ‘Esto es lo que quiero hacer’”.
Los esfuerzos
rápidamente rendirían frutos, pues Adrián comenzó a recibir propuestas de
trabajo de hoteles y empresas refresqueras, que lo llevaron a suspender su
formación escolarizada en danza y optar por asistir a cursos de estilos urbanos
en Ciudad de México, como en World Beat Studio, BlackStudio y Freestyle Dance
Studio.
“La carrera
de bailarín es muy corta y difícil, sobre todo en Mérida; no voy a privarme de
eso si ya se me está dando la oportunidad”, explica sobre su decisión.
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Adrián con bailarines de Viva Danza. Foto: Fabiola Vázquez |
Pero viajar
continuamente a la capital del país empezó a resultar problemático, así que Adrián
cambió la dinámica e invitó a maestros de la metrópoli a que dieran cursos en
Mérida. En 2014 realizó el Viva Winter Workshop en el que se ofrecieron clases
de hip hop, dancehall y… twerk. Adrián recuerda el debate en redes sociales en
torno a la inclusión de este baile en el programa, del que se dijo que “esto no
es danza, es una vulgaridad”. “Nunca se me va a olvidar qué academias
publicaron cosas de mí y cómo hace poco vi a sus alumnos haciendo twerk. Estoy
muy feliz de cambiar mentalidades”, señala riendo.
“El twerk es danza porque tiene una técnica,
hay maneras específicas de hacer los steps, los steps tienen nombre, nacen de
cierto lado, tienen raíz; entonces no es nada más que muevas tus nalgas a lo
tonto”.
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En el Hip Hop International de mayo, en la metrópoli. Foto: cortesía |
Adrián ha trabajado
como bailarín en el Carnaval de Mérida y espectáculos de la Coca Cola, y para el
hotel Reef Yucatán, entre otros. Como coreógrafo ha colaborado con TV Azteca
Yucatán, televisora que posteriormente le dedicó un reportaje a su actividad.
Estas
contrataciones le dieron presencia en el medio e hicieron que los organizadores
de eventos recurrieran a él en busca de más bailarines. “Fue ahí que decidí
hacer mi propio grupo y dar las oportunidades que yo tenía a gente que
estuviera conmigo”. Así nació Viva Danza, que tuvo como antecedente a La
Danse, agrupación independiente que Adrián creó con amigos para participar en
certámenes de baile.
“La Danse
fue el medio para empezar, porque no quería abrir una academia de la nada y
rogar que llegara alguien. La Danse fue el medio para que la gente conociera mi
trabajo”, explica. “Después se vuelve un poco más formal y decido ponerle Viva
Danza, empiezan a invitarnos a eventos urbanos, a ubicarnos…”.
En
septiembre pasado se hizo realidad el objetivo de abrir la academia, que Adrián
desea convertir en “una de las mejores, primero de Mérida, después de Yucatán y
después estar entre las mejores de México”.
Entre sus
planes también está continuar con Viva Twerk, un programa de cursos de twerk y
reggaetón que se desprende de Viva Danza. “Me encanta la sensualidad en los
bailes, los temas tabú, no por llamar la atención, sino porque de verdad es
algo que me gusta mucho”, indica. “No me gustan los puntos intermedios. Si lo
vas a hacer lo vas a hacer bien y que te recuerden por lo que estás haciendo.
Bailarines hay muchos, tienes que llamar la atención”.
Tratar esos
temas tabú en programas artísticos es otra de sus metas, como también “que
ubiquen a Viva Danza para trabajos profesionales”. “¿Para qué vas a entrenar
tantos años si luego no te van a pagar por ello? Yo quiero que a Viva Danza la
vean no sólo como formación, sino como un estudio donde tienes posibilidades de
conseguir una carrera como bailarín”.
En el Concurso Interamericano de Danza. Foto de cortesía |
Admirador de
Blake McGrath, cuyo ejemplo lo hizo adentrarse en los estilos urbanos, e
integrante de Fyah Family, la extensión en el interior del país de la compañía
de dancehall Pon Di Fyah de Paola Cerecedo, Adrián tenía tiempo atrás el deseo
de ser maestro de secundaria o educación especial, pero al ver que avanzaba su actividad
en la danza eligió hacer de ésta su carrera. “No voy a decir que soy la oveja
negra, soy la oveja artística de mi familia; todos tienen sus títulos y les va
increíble en sus trabajos; yo no tengo un título, pero me va increíble en mi
trabajo”.
A pesar de
las dificultades del camino, “no cambiaría nada” de lo que ha ocurrido. “Ninguna
experiencia mala o buena la quitaría, es lo que me hace ser quien soy, pensar
de esta manera y me hace luchar por conseguir las cosas. Cuando de verdad
quieres algo nada te va a detener”.
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