Jenaro Sosa Castillo: “Yo sí he cumplido mis sueños”
Jenaro Sosa Castillo fotografiado por Eduardo Gómez y Vicente Báez López |
Discípulo de Pilar Rioja; ejecutante, coreógrafo y repositor de Ardentía Compañía de Danza; bailarín solista en galas, docente… Jenaro Sosa Castillo afirma con seguridad que “yo sí he cumplido mis sueños” en una carrera que lo ha llevado por diferentes géneros dancísticos.
Con su maestra Pilar Rioja. Foto de cortesía |
Cuando hace
un recuento de su trayectoria, Jenaro enfatiza el papel que en ella jugaron los
maestros que lo prepararon en Yucatán. “La verdad que lo hicieron muy bien,
porque si no hubiera tenido esa formación no estaría bailando como lo hago
hasta ahora”, dice.
De visita en
Mérida por vacaciones, el bailarín de 30 años charla con “Yucatán baila”
de sus inicios y desarrollo en un arte al que se acercó no porque quisiera seguir
los pasos de un artista al que admiraba, como sucede con otros, sino porque “la
vida me llevó a la danza, me gustó y seguí”. Tanto le agradó que dejó Yucatán
para estudiarla en Ciudad de México y durante cinco años le dedicó 12 horas
diarias a su aprendizaje y a su interpretación en una agrupación profesional.
Cuando
Jenaro era pequeño, en casa de la familia Sosa Castillo era habitual tener
actividades extraescolares. Su hermana Silvia era alumna del Centro Cultural de
la Niñez Yucateca (Cecuny), al que después se unió él como estudiante de
expresión corporal con la maestra Conchi León. Un proyecto de teatro de su
hermana le presentó a quien sería su primera maestra de ballet, “la que me
formó, la que sustentó mis bases”: Ligia Aguilar.
Foto: Eduardo Rioja Paradela |
Con ella comenzó a estudiar danza clásica a los 10 años de edad en el Centro Municipal de Danza. Tiempo después, la maestra Aguilar le sugirió inscribirse en clases de una disciplina dancística más para completar su preparación. La elegida fue danza española con las maestras Elizabeth Flota y Rubí Vargas, en la misma institución del Ayuntamiento. “En el momento en que me puse las castañuelas y los zapatos descubrí que me gustaba muchísimo”, recuerda. “No tengo problema con bailar danza contemporánea, ballet.., cuando se enseña con amor la danza me gusta mucho”.
A los 15
años ingresó al sistema escolarizado en danza de la Escuela Superior de Artes
de Yucatán (ESAY). Ahí se formó durante tres años bajo la guía de profesores como
Tatiana Zugazagoitia, Leonor Medina, Héctor Hernández, Alma Rosa Cota y Vania
Durán.
Los cursos
en la ESAY los compaginaba con los de danza española en el Centro Municipal de
Danza y de preparatoria en el Colegio San Agustín. Sus estudios de bachillerato
los completó dos años después de egresar de la Escuela Superior de Artes, tiempo
en el que formó parte de la Compañía de Danza Clásica de Yucatán, dirigida por
el maestro Víctor Salas.
“Una vez que
terminé la preparatoria mi familia me ayudó a decidir qué iba a ser de mi
carrera”, añade Jenaro. “Decidimos que Ciudad de México era muy buena opción
para emprender el vuelo”. Así que en la capital del país se inscribió en Escuela
Nacional de Danza “Nellie y Gloria Campobello” del INBA, donde los siguientes
cinco años estudió la Licenciatura en Educación Dancística con orientación en
Danza Española.
Foto: Clicks de México |
En este punto de su recuento, Jenaro destaca el respaldo de sus padres y hermanos a su elección profesional. Desde sus inicios, “de mis papás (señores Jorge Sosa Balam y Silvia Castillo Zapata) y mis hermanos (Carlos, Jorge y Silvia) siempre recibí muchísimo apoyo; hace 20 años no había tantos niños (en clases de danza), éramos cuando mucho dos”.
Al igual que
con sus familiares, encontró un sostén en profesores que “han sido como mis
madres, han cobijado mi danza y guiado mi carrera”. Ellos le sugirieron que,
una vez en Ciudad de México y para no detener su desarrollo en el ballet, se
pusiera en contacto con la maestra Reyna Pérez, directora de Ardentía, y
preguntara por el proceso de admisión a su compañía. Al terminar la clase de
evaluación a la que le invitó a asistir la maestra Pérez, ésta le pidió unirse
a la agrupación. “La considero otra mamá”, confiesa Jenaro.
Foto: Clicks de México |
“He estado 10 años con la maestra Reyna Pérez. Ardentía me dio mucha experiencia escénica, he pisado los mejores teatros de Ciudad de México y el país: el Teatro de la Ciudad, la Sala Miguel Covarrubias de la UNAM, el Teatro Juárez de Guanajuato, varios foros importantes en el Festival Internacional Tamaulipas”, apunta.
En los
primeros cinco años por las mañanas ensayaba con la compañía y por las tardes
asistía a la escuela, en jornadas que se prolongaban de 9 a.m. a 10 p.m., con
media hora para comer entre un lugar y otro. “Mi enfoque no era entrar a la
Compañía Nacional de Danza (CND)”, admite Jenaro. “Pienso que un bailarín
destacado es el que se hace, se da a conocer, tiene una personalidad y no
necesita a una compañía nacional para sobresalir; se pueden hacer buenas
carreras en compañías independientes”.
“Un bailarín
puede hacer carrera siempre y cuando tenga una visión clara, porque si mide
1.60 metros y no tiene tantas extensiones tiene que saber que no va a entrar a la
Ópera de París. Yo siempre fui muy realista, tuve maestros que me dieron a
entender con amor mi capacidad, a lo que podía aspirar a ser”, subraya.
Foto: Eduardo Gómez |
En Ardentía, ese grupo de profesores incluyó, entre otros, a Beatriz Ortega, Raúl Fernández, Sandra Bárcenas, Armando Hernández y Guillermo Ríos. En la Escuela Nacional, a Silvia Martín, María Elena Anaya, Mariana Landa, Olinka Trueba, Omar Castillo y Gabriel Blanco.
En 2018 Ardentía
ganó fama con el proyecto “La teatralidad del espacio urbano”, por el cual
presentaba coreografías breves en las calles, ante conductores de vehículos que
hacían el alto del semáforo. Posteriormente el proyecto se transformó en el
espectáculo “Bajo la mirada de Carmen”, que se llevó a La Alameda y el Complejo
Cultural Los Pinos. A solicitud de la maestra Reyna Pérez, Jenaro, para
entonces ya graduado de la Escuela Nacional, colaboró con la coreografía y el
estilo.
“Con
Ardentía empecé desde abajo, siendo aprendiz, hasta hacerme regisseur, maestro
y coreógrafo; he pasado por todos los roles, desde cuerpo de baile hasta
principales”, recuerda.
Pero fue
como alumno de la Escuela Nacional que el bailarín yucateco hizo realidad un
anhelo de la infancia. “Desde muy pequeño conocía a un personaje que es una
leyenda de la danza, en (el Centro Estatal de) Bellas Artes un salón tiene su nombre:
Pilar Rioja. Ella fue mi primer referente de la danza española”, explica.
Cuando
Jenaro se instaló en Ciudad de México “lo primero que hice fue averiguar si
Pilar Rioja tenía compañía; me dijeron que no daba clases, que ella era solo
bailarina; pensé que ojalá algún día se diera la oportunidad de tomar clases
con ella, era mi sueño”.
Foto: Eduardo Gómez y Vicente Báez López |
Con esa ilusión en mente fue testigo de la última presentación de la bailaora en la Sala Miguel Covarrubias e incluso en 2014 intervino en un homenaje del INBA a la artista en el Teatro de la Danza, al final del cual la coahuilense le pidió al maestro Gabriel Blanco, coordinador académico del Colegio de Danza Española de la “Nellie y Gloria Campobello”, que “me felicites a ese chaparrito, me gustó mucho cómo bailó. Yo era el chaparrito”, cuenta Jenaro.
Algunos
meses después, Pilar Rioja impartió un curso a maestros y alumnos de los
últimos años de la Escuela Nacional. Ahí “se acercó a mí y me dijo: ‘Te quiero
dar clases particulares, me gustaría limpiar tu técnica, enseñarte lo que sé’”.
“Llevo ya
seis años con Pilar Rioja, me he vuelto su discípulo, he estado en los
homenajes a ella, soy su intérprete”, indica. “Gracias a ella he estado en
funciones de jóvenes talentos del flamenco y fui invitado por la Compañía de Danza
Española Triana para ser solista en una gala de zarzuela en el Palacio de
Bellas Artes”.
Foto: Erick Maciel Amezcua |
“Pilar Rioja me ha dado una personalidad en la danza, algo que me hiciese ver único. Reyna Pérez me ayudó a pisar el escenario. Ese balance me ha hecho crecer y trabajar con las compañías que me han invitado”, expresa.
“La danza
española tiene gran variedad de estilos, cada estilo representa un carácter,
una personalidad, un sentimiento que es tuyo. Cuida la técnica pero puedes ser
más tú, trabajar con tu personalidad y lo que sientes ese día. Si un día
amaneciste triste, la danza española puede sacar esa tristeza; no tiene nada de
malo que bailes un poquito triste, enojado, contento… También te da mucha
conciencia del ritmo porque trabajas con castañuelas y zapateado”.
“En Mérida
hay grandes maestros a los que hay que escuchar y aprender, Yucatán ha formado
un muy buen equipo. Llegué a Ciudad de México con muy buenas bases, no llegué
perdido”, enfatiza. Sin embargo, “empezar desde cero en Ciudad de México ayudó
muchísimo a que hiciera conciencia de lo que puedo ser como maestro, no uno que
solo enseñe pasos, sino que enseñe arte”.
Foto: Jorge Sosa Castillo |
Asimismo, ha sido docente con el Ballet Folklórico Yolotzin del IMSS y el Ballet Folklórico de Antioquía, Colombia, y actuado como bailarín invitado del Columbus Dance Theatre en Ohio, Estados Unidos.
En febrero
próximo se presentará con una coreografía de Pilar Rioja y suya en una gala de
danza española en Bogotá y Cartagena, y “estoy en pláticas para dar cursos y
pláticas de danza española tanto en el Centro Municipal de Danza como el Centro
Estatal de Bellas Artes” en Mérida.
“El
siguiente año, si todo sale bien, voy a tener bastantes funciones y trabajo. Yo
dejo que la vida me sorprenda, dejo que fluya”.
Impartiendo clase a alumnos de la Escuela Nacional "Nellie y Gloria Campobello". Foto de cortesía |
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