Oda a la vida con el Bolero de Ravel
"Bolero de Ravel. Oda a la vida" de Tatiana Zugazagoitia. Fotografía de Luis Pérez G. |
En la penumbra se adivina la figura entre la hierba: una zarigüeya reclama su derecho a estar presente en el jardín en que, entre limonarias, palmeras y otras especies, las palabras conjuran el movimiento.
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En el conversatorio: Tatiana Zugazagoitia, Zizinete Maravé, Rosy Burgos y Liliana Aranda |
Las seis funciones
de los tres días —del jueves 14 al sábado 16 de enero— adoptaron una dinámica a
la inversa de aquélla que la pandemia ha impuesto a la apreciación de las artes
en confinamiento: en lugar de una representación en vivo observada en línea desde
casa, los espectadores se desplazaron a Fuera de Centro, el “santuario” de la
coreógrafa en Itzimná, para ver una ejecución registrada en vídeo.
La cámara no
es, sin embargo, un testigo indiferente de la coreografía, sino que le hace
aportaciones, como perspectivas aéreas y acercamientos a los rostros de los bailarines.
A la manera
de la composición de Maurice Ravel, en que una figura melódica única se repite
continuamente y solo varían los efectos orquestales, “Oda a la vida” consta de
frases coreográficas reiterativas a las que en cada ciclo se suman otros
movimientos y más ejecutantes. Éstos son 16 en total, un número inusual para una
producción de Tatiana Zugazagoitia, como ella misma admitió.
Fotografía de Luis Pérez G. |
El elenco lo
integró como bailarines que han colaborado anteriormente con ella, egresados de
las licenciaturas en Docencia de la Danza Clásica y Teatro, y ejecutantes de
ballet, cuyos ensayos, también como la música de Ravel, fueron in crescendo. “La
manera de trabajar inicialmente fue a través de Zoom”, explicó Tatiana. “Grabábamos
presencialmente las frases Andrea (Urban), Zizi (Maravé) y yo; se las
mandábamos a las chicas y chicos, se las aprendían y luego por Zoom íbamos
corrigiendo, lo cual fue un poco complicado porque es una danza que tiene que
ser muy precisa musicalmente”.
“Cuando esas
frases ya estaban aprendidas invitábamos de dos a tres bailarinas a que
vinieran al salón a reforzar esas frases”.
Cuando toda
la coreografía estuvo armada, los bailarines se reunieron en el parque de
Itzimná a ensayarla en conjunto. “Inmediatamente se generó un ambiente muy
bonito, muy empático, muy solidario. Fue una experiencia fantástica”, señaló su
creadora.
Fotografía de Luis Pérez G. |
La pieza se
grabó durante dos días en la explanada del Gran Museo del Mundo Maya, en
atención al deseo de Tatiana de que se realizara en un sitio “que nos haga
sentir la amplitud del espacio”.
El proyecto,
añadió, se hizo posible con recursos del fondo Acciorama de la Secretaría de la
Cultura y las Artes (Sedeculta).
El interés
de lograr una conexión con la gente llevó a programar las funciones presenciales
de la videodanza. “Ha sido un placer
recibir público, volver a sentir la energía en este espacio, volver a compartir
el trabajo de manera presencial”.
Y sobre el
título “Oda a la vida”, confesó: “En este momento en que están sucediendo
tantas muertes, el movimiento es vida. Con toda la tristeza de la gente que ha
perdido a alguien, digo sí a la vida”.
La dirección
y coreografía de “Bolero de Ravel. Oda a la vida” es de Tatiana Zugazagoitia; la
asistencia de coreografía, de Zizinete Maravé y Andrea Urban; el vestuario, de
Mónica Aranda; la videodanza, de Atocha Crespo; la fotografía, de Luis Pérez G.,
y la asistencia de producción de José Luis Cumí y Maritza Figues.
Es
interpretada por Zizinete Maravé, Angie Canto, Luz González, María Cantarell,
Nili Gallegos, Leslie Ramírez, Nicole Carrasco, Liliana Aranda, Sofía Aguilar,
Day González, Mariana Ceballos, Sandy Salazar, Rosy Burgos, Yvonne Gómez
Quintal, Guillermo Burgos y Jesús Padrón.
Fotografía de Luis Pérez G. |
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