David Álvarez Acevedo: "No me imagino la vida sin bailar"
David Álvarez Acevedo en la variación de "Festival de las flores en Genzano" en el Concurso Nacional de Danza Infantil y Juvenil de julio pasado. Fotografía de Guillermo Galindo |
De 17 años, a David Álvarez Acevedo la vida ya puso a prueba su decisión de dedicarse
a la danza clásica. Por ejemplo, con una espondilolisis (fractura) en una
vértebra que le causa dolor al moverse. Pero lo tiene claro: “No me imagino la
vida sin bailar”. Así que abandonar su preparación artística no está entre sus
planes, como sí lo está aprovechar oportunidades de formación incluso en el
extranjero.
En "Instinto". La fotografía es de Guillermo Galindo |
La historia
de David en la danza comenzó como la de algunos otros chicos: al ver a su hermana tomar clases de ballet. Él
ya había pasado por cursos de hip hop y
breakdance, que dejó porque “sentí que no era mi estilo”, y de gimnasia
olímpica. Observar las sesiones de danza clásica de su hermana Aylin cuando iba
por ella a la academia le sembró el interés en la disciplina, que empezó a
estudiar hace tres años.
Fue como
alumno de Milne Academia de Danzas –ahí “conocí a los que ahorita son mis
mejores amigos”: Alec Reyes Manzo, Jorge Emilio Peña de la Canal, Valentina
Avilés Magaña, Ana Cristina Méndez Baeza y Kiara Mendoza Rosales– que en
febrero de 2016 participó en su primer concurso de baile: el Sheer Talent, en
Cancún. “Estaba nervioso, no creía ganar nada y gané primer lugar en ballet y
tercer lugar en jazz”, recuerda.
Al mes
siguiente estaba en Ciudad de México compitiendo en las mismas disciplinas en
el certamen “Attitude”, que dirige la maestra Fabienne Lacheré. Regresó con oro
en la categoría jazz amateur y bronce en ballet preprofesional.
En una variación de "La Fille Mal Gardée" durante el certamen nacional. Foto de Guillermo Galindo |
Su triunfo
en el regional de Sheer Talent le dio derecho a participar en el curso
intensivo y certamen de ballet de la organización en Las Vegas, en el verano
del mismo año. “Fui a competir por el título y lo gané”, señala.
Ese
septiembre, tres de sus amigos y compañeros viajarían a Córdoba para unirse al
programa En Pro del Talento Veracruzano (ProVer) y a David le llegó el momento
de decidir si seguiría el mismo camino. Se dijo que sí. “Cuando estuve en
Córdoba tomé la decisión de que me quiero dedicar a esto, a bailar. No me
imagino la vida sin bailar”, subraya.
No lo hace
ni siquiera después de que le diagnosticaran la espondilolisis, que empezó con
pequeños dolores lumbares que con el tiempo “se volvieron insoportables: me
dolía pararme, me dolía acostarme…”. Cuando se enteró de la fractura lo que más
miedo le daba era que le pidieran dejar la danza por el riesgo de seguir lastimándose.
No lo hicieron, pero le advirtieron que la molestia continuaría. “(Me dijeron)
‘Tú tomas la decisión: sigues o paras’. Dije: ‘Obvio, parar no está en mis
ideas’. Así que seguí”.
La fotografía es de Guillermo Galindo |
De regreso
en Mérida después de un año en Córdoba, y reintegrado a las clases en Milne,
David continúa recibiendo terapia para su condición médica, aunque está
consciente que en algún momento deberá hacer un alto temporal para someterse a
la operación que le han sugerido.
Mientras
llega ese día sigue trabajando en su objetivo y planea audicionar el próximo
verano para la Sarasota Cuban Ballet School, donde es profesora Tania Vergara,
ex directora de la compañía de danza contemporánea Endedans y quien había
recomendado a David que participara en las pruebas de ingreso a ProVer.
Hijo de
bailarina (su mamá, Magaly Acevedo León, fue ejecutante de folclor y en la
actualidad dirige la academia Jasda en Progreso), David confiesa su admiración
por Isaac Hernández, principal del English National Ballet, y Marianela Núñez,
del Royal Ballet.
La fotografía es de Guillermo Galindo |
“Si es un
niño que de verdad le gusta el baile como a mí, (le aconsejaría) que siga
adelante, que siga su sueño. Si sus papás no están de acuerdo, que les
demuestre que no le importa lo que vayan a pensar de él cuando se enteren que
es bailarín. Y que si lo logra, que se esfuerce, no se rinda fácil. Si no le
sale algo, que lo siga intentando; uno no nace sabiendo hacer las cosas, uno lo
logra con la práctica día a día”.
“Que no
busque ser mejor que su vecino, que busque ser mejor que él cada día. La
competencia es con él mismo para ir mejorando”.
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